Alfonsina Storni, la gran poetisa de América | Rock y Arte - Divulgación Cultural
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Alfonsina Storni, la gran poetisa de América

“Déjame sola: oyes romper los brotes…

te acuna un pie celeste desde arriba

y un pájaro te traza unos compases

para que olvides… Gracias. Ah, un encargo:

si él llama nuevamente por teléfono

le dices que no insista, que he salido”

Fragmento final de  “Voy a dormir” 

Escrito por Alfonsina Storni.

Alfonsina Storni, la poesía como bandera

Con este poema enviado por ella misma al diario La Nación el 25 de octubre de 1938, Alfonsina Storni dio por finalizada su vida. Con tan solo cuarenta y seis años y transitando un estado crítico de cáncer de mama, Alfonsina se suicidó en la ciudad de Mar del Plata.

Aunque hay versiones distintas que describen la manera en la cual sucedió el hecho trágico, todas ellas incluyen el mar como elemento principal. Su cuerpo fue hallado en la costa por dos trabajadores y esa misma tarde la noticia de su muerte inundó los diarios nacionales bajo el titular “Ha muerto trágicamente Alfonsina Storni, gran poetisa de América”

Pero ¿Quién fue Alfonsina? ¿Qué hizo que su vida se convirtiera en una obra de arte en sí misma? ¿Por qué se la consideraba ya en ese entonces la gran poetisa de América? 

alfonsina storni

Alfonsina Storni fue una poeta, dramaturga, maestra y escritora, que aunque se la considera argentina, nació en Suiza en mayo de 1892.

Su infancia no estuvo libre de problemas sino todo lo contrario, la familia Storni vivió marcada por la estreches económica y por el alcoholismo de su padre. Y siendo solo una niña, Alfonsina se vio obligada a sobrevivir por su cuenta y a buscar una salida posible.

A diferencia de sus hermanos y gracias a ciertas cualidades que su madre pudo rescatar en ella, fue la única que asistió a la escuela, y eso comprende uno de los factores que hicieron de Alfonsina Storni, lo que terminó siendo: una de las poetas argentinas más relevantes del siglo XX.

Con tan solo doce años, Alfonsina escribió su primer poema marcado por la tristeza de la vida que veía alrededor y centrado en la muerte. Ella escribía sobre su vida, sobre la realidad que veía a diario y sobre las problemáticas que tenía que sobrepasar junto a su familia. Pero al mostrárselo a su madre, no recibió más que retos y explicaciones sobre por qué la vida esa dulce y hermosa.

Esto no solo no convenció a Alfonsina, sino que en poco tiempo la vida iba a mostrarle tanto a ella como a su madre, que la muerta y la desgracia eran tan reales como ella las describía. Los problemas económicos obligaron a la familia a buscar soluciones y todo empeoró todavía más cuando en 1906 fallece el padre de Alfonsina, dejando a la familia sin ningún tipo de respaldo.

Es entonces cuando Alfonsina decide que debe sobrevivir por ella misma y a los catorce años se traslada a Coronda para estudiar Magisterio. Trabajó para ganarse la vida y estudió para conseguir un futuro mejor, pero nada de esto la salvaron de la tristeza y la soledad. Aunque logró trabajar de maestra, sufría ataques de nervios y de ansiedad que le impedían seguir con su vida de manera normal.

A pesar de eso, su vocación de escritora ya estaba clara y comenzó a publicar sus escritos y a adentrarse en el mundo de la literatura. Pero como todo en su vida, nada iba a ser sencillo. A sus veinte años da a luz a su hijo Alejandro, resultado de un amorío con un hombre casado quien la deja sola, sin respaldo y con una boca más que alimentar.

A pesar de las circunstancias, continúa escribiendo y publicando sus obras, y dejando ver en todas ellas un mensaje de frustración y enojo hacia los estereotipos de las mujeres  de la época y del rol opresor que los hombres cumplían. Alfonsina dedicó su corta vida a luchar contra las desventajas y discriminaciones de las mujeres utilizando como arma principal su carrera de escritora.

Luego de años de esfuerzo y rechazos, en 1920 ganó el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura por Languidez. En 1921, el Teatro Infantil Municipal Labardén crea un puesto para ella y en 1923 se convierte en profesora de Lectura y Declamación en la Escuela Normal de Lenguas Vivas. 

Pero para el verano de 1935 recibió una noticia que le cambió la vida para siempre. Le descubren un tumor en la mama y debe ser operada de urgencia, lo que le deja graves cicatrices tanto físicas como emocionales. Si hasta el momento había sufrido de depresión, neurosis, paranoia y ataques de nervios, todos estos síntomas se acentuaron junto con los de la enfermedad terminal que ahora padecía. Esto la llevó a aislarse, evitar a sus seres queridos y recluirse en su soledad y tristeza. Su carácter cambió y ya nunca más volvió a ser la de antes. 

En 1937, atormentada por la soledad y el dolor, comenzó a llamar al mar en sus poemas y hablar sobre el abrazo del mar y la casa de cristal esperándola allí en el fondo. Y ya para 1938 el cáncer había llegado a su garganta y ella se negó a someterse nuevamente a una cirugía. 

Llegando al final de su vida y con un objetivo fijo, el 18 de octubre tomó un tren a Mar del Plata y se quedó en un pequeño hotel. Allí escribió el poema Me voy a dormir  y lo envió a la redacción de La Nación, y mientras el público leía su poema, ella hacia sus últimos pasos y se dejaba caer en ese mar que tanto buscó. Alfonsina Storni se suicidó en la playa La Perla en Mar del Plata en la madrugada del 25 de octubre de 1938, con tan solo 46 años.

El hecho inspiró la canción Alfonsina y el mar, de Ariel Ramírez y Félix Luna, que ha sido interpretada por innumerables músicos de lengua española.  Y desde 1996 hasta 2010, la actriz Amelia Bence, que habia sido alumna de Storni en el Teatro Infantil Labardén, la interpretó en diversos teatros de Hispanoamérica con la obra Alfonsina, el mar y yo.

Su suicidio, aunque prematuro e inesperado, no fue del todo sorpresivo, porque a pesar de llevar una vida repleta de emociones fuertes y arte en todas sus formas, Alfonsina transcurrió sus años con angustia e injusticias en partes iguales. Ella anhelaba el mar, y tanto fue así que terminó siendo parte de él.

Sus años, aunque pocos, fueron suficientes para dejar marcas y sentar precedentes en el arte escrito y el teatro. Sus palabras, siguen siendo repetidas, analizadas y releídas una y otra vez. Y su arte es lo que todavía hoy, ochenta y tres años después, la mantienen más viva que nunca.

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