La obra de Charly García atraviesa la columna vertebral del rock argentino como las ramificaciones de un árbol infinito. Músico, artista y cronista de su tiempo, García supo inyectar en sus melodías tanto la ternura de «Desarma y Sangra» como la cruda protesta de «Demoliendo Hoteles», demostrando que en un mismo cuerpo pueden coexistir la suavidad y la furia.






















