“Recesión de contrato. Me di cuenta una vez más del peso que tienen estas tres palabras. Lo único que quería era trabajar. Solo quería estar aquí. Sentía que incluso decir estas cosas me hacía parecer una codiciosa. Solo derramé todas las lágrimas que estaba aguantando.” (El amor es un capítulo aparte: capítulo 13).
El amor es un capítulo aparte es un K-Drama (novela coreana) estrenada en el año 2019. La trama de la novela tiene como personaje principal a Dan-i; una mujer de 37 años, divorciada y responsable de una hija de doce años que, tras siete años de un impasse laboral, desea y necesita reinsertarse al mercado laboral. La novela tiñe diferentes situaciones con flores y corazones.
No se discute que es una novela rica para los y las aficionadas al drama y romance, e incluso puede ser interesante para los amantes de las editoriales y los libros. No obstante, es pertinente enfocarnos en el trasfondo del drama amoroso: la precarización laboral femenina.
Esto implica señalar que la reseña/crítica con la que avanzaremos contiene spoilers. Focalizaremos en algunos capítulos a elección para profundizar el análisis sobre la precarización laboral femenina en el personaje de Dan-i.
Ahora bien, se debe considerar secciones del discurso de 2017 de Christine Lagarde -ex Directora del Fondo Monetario Internacional y actual Presidenta del Banco Central Europeo- a la Red Coreana de Mujeres de Finanzas. Lagarde comienza su discurso sobre el empoderamiento femenino al recurrir a la base de datos, a partir de la cual analiza la situación de las mujeres coreanas:
Cuando muchas mujeres treintañeras abandonan su trabajo para formar una familia, generalmente pierden un decenio o más de plenitud de su vida laboral. Reinsertarse en la fuerza de trabajo constituye un reto. Para las que sí lo hacen, las oportunidades pueden ser limitadas. Muchas toman empleos no regulares, o nunca alcanzan el siguiente peldaño en la escala profesional. (Lagarde, 2017).
La cita extraída nos abre camino para comprender la situación social y económica en Corea en el año 2017. El amor es un capítulo aparte muestra tal panorama, por lo tanto, ¿en qué punto dejan de cruzarse la ficción y la realidad? Los elementos que engloban la ficción de la novela permiten apuntar la mirada a ella; situaciones amorosas, encuentros espontáneos, situaciones inesperadas, un tinte paródico para aligerar el ambiente tenso, etc. Pero, el cruce de realidad y ficción puede ser abocada a la precarización laboral femenina.
Dan-i es una mujer de 37 años, recientemente divorciada –mejor dicho, abandonada por su esposo- con una hija de doce años y desempleada. El primer capítulo muestra de manera contundente la situación de las mujeres que, tras un impasse laboral, les es casi imposible la reinserción al mercado laboral. Sin importar experiencia, títulos, certificados o capacidades varias; tras una pequeña salida del mercado laboral eso ya no importa. En el caso de Dan-i, el marido fue el soporte durante los años del matrimonio, cuando ese soporte desapareció, Dan-i necesitaba un trabajo.
Precarización laboral y necesidades urgentes.
La necesidad y desesperación muy bien dirigida y guionada en tan solo el primer episodio, revela la dura realidad que vive una mujer de 37 años como Dan-i. ¿Cuántas más mujeres, con una historia de vida como la de Dan-i, viven esta situación? Las capacidades en Marketing de Dan-i se ven opacadas por la necesidad de la reinserción laboral, y la precarización puede ser palpable a medida en que el desarrollo del primer capítulo muestra la multiplicidad de trabajos o pluriempleos precarizados que posee para solventarse y solventar a su hija.
Así también, otro punto que revela la dura realidad de la precarización es la mentira; una mujer capaz debe mentir para poder conseguir un trabajo medianamente digno, con un sueldo estable y en un ambiente que a ella le gusta. Dan-i empieza a trabajar en la editorial Gyegoo como asistente administrativa. Trabajando en un puesto inferior a sus capacidades y experiencias laborales, todo ello queda en el olvido porque lo que importa es trabajar.
Volvamos un momento al discurso de Christine Lagarde en el 2017. En este punto, se puede diferir, matizar o adherir a sus palabras basadas en datos:
Las propias actitudes de las mujeres están cambiando. El porcentaje de mujeres coreanas que desean mantener su empleo más allá de que contraigan matrimonio y tengan hijos aumentó de 17% en 1988 a 56% en 2009 [13].
Además, una preocupación que se ha planteado con respecto a la incorporación de más mujeres en la fuerza laboral es que podría reducir la natalidad, lo cual supondría un obstáculo a los esfuerzos para abordar el cambio demográfico.
Tales temores son injustificados. Los países nórdicos han demostrado que la natalidad y una gran participación femenina en la fuerza laboral pueden ir de la mano si se cuenta con políticas de apoyo.
Otro país que enfrenta un cambio demográfico —Japón— ha mostrado que la probabilidad de tener un segundo hijo aumenta si los hombres son más activos en las tareas del hogar.
Esto me lleva al papel que desempeñan los padres. A pesar de los avances, el uso de licencia por paternidad superó el 5% solo recientemente. Muchos padres no toman licencia porque temen que ello tenga consecuencias en el trabajo. (Lagarde, 2017).
Lagarde propone una situación plana. Esto se debe a que, efectivamente, la situación económica puede mejorar si el hombre es más activo en las tareas del hogar y al cuidado de los hijos, por lo tanto, la maternidad no puede ser un motivo para la omisión de un curriculum femenino en el mundo laboral.
Lagarde propone algún cambio en el rumbo económico al insistir en mayor presencia de prácticas laborales en pro de la familia, no obstante, el discurso se mantiene plano enfocado en números y datos. Mientras que el gobierno coreano obliga la equidad de género durante diez años, sigue la precariedad:
Sin embargo, Corea del Sur tiene todavía una de las tasas más bajas de participación laboral femenina entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE): 20 puntos porcentuales por debajo de los países con mejor desempeño. A las mujeres se les paga alrededor de 37% menos que a los hombres, y ocupan solo el 2% de los cargos gerenciales superiores, en comparación con el promedio de la OCDE de 20%. (Lagarde, 2017).
El amor en tiempos de crisis económica
Un dato interesante es cuando en la novela se descubre la mentira de Dan-i, la despiden por estar sobrecalificada para el puesto, y de acuerdo a las políticas de la empresa, no pueden trasladarla a otro departamento ya que se encuentra contratada bajo contrato. La sobrecalificación es un concepto que nunca se podrá comprender del todo. Tanto en la ficción como en la realidad, el concepto de sobrecalifación también es una parte de la estructura que engloba la precarización.
Largade sintetiza el discurso en nombre del FMI: “[…] el FMI seguirá integrando el empoderamiento de las mujeres en el contexto económico general, porque liberar el potencial de las mujeres es una prioridad a nivel mundial. Esto es especialmente cierto en el caso de Corea del Sur. El momento de actuar es ahora.” (Lagarde, 2017).
Pero, ¿lo es? Sí, el momento es actuar ahora pero se necesita del reconocimiento de los/as grandes empresarios/as, ya que las empresas son dirigidas por estas personas. La liberación del potencial femenino también fue apreciada en Japón hace un par de semanas, economistas consideran a las mujeres como la fuente de salvación económica tras el duro impacto de la pandemia.
En la actualidad, ¿puede Corea reconsiderar la misma fuente de salvación para su país? Recordemos que en el 2020, Corea sufrió una subida en la tasa de desempleo, el cual llegó a 14,6 por ciento.
¿Puede la ficción llevar a la meditación respecto a una situación en la realidad? La experiencia personal y social entra en juego para la respuesta a esta pregunta y otras. ¿Alguna vez fuiste una Dan-i? ¿Somos las mujeres, continuamente, Dan-i? Ninguna mujer, tampoco Dan-i, tiene la culpa de la capitalización del mercado laboral y constante automatización del sistema capitalista que limita a las mujeres explotar sus capacidades. Las limitaciones implican precarización. Los gobiernos deben enfocarse en levantar esas limitaciones no solo para llegar a la equidad entre hombre y mujer, sino para fomentar el crecimiento del mismo país.