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El anime es polémico: caso de Dragon Ball

La reconocida animación japonesa es, sin dudas, la infancia de muchas personas, pero últimamente el mundo Dragon Ball se ha visto inmerso en la controversia.

Opiniones a favor y en contra se han levantado con respecto a la “cancelación” de la tira nipona. 

¿Qué pasó? ¿Qué generó tal revuelo?

Sin ningún tipo de “aviso”, desde el Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual, se presentó una nota ante la Defensoría del Público de la Nación respecto a la emisión de un capítulo de la serie “Dragon Ball Super” que se emite por el canal Cartoon Network Latinoamérica.

Sucede lo siguiente:

En el episodio 91 de “Dragon Ball Super” hay un momento en el que Muten Roshi (maestro de Goku), quien tiene una “debilidad” (de pronto podríamos llamarle obsesión malsana) por las mujeres, aparece junto a una jovencita en una escena que fue tildada de irrespetuosa para con el género femenino. Además, en el mismo capítulo, posteriormente se ve a Woolong (un cerdo que puede modificar su apariencia) enumerando circunstancias similares que ha vivido con el maestro Roshi. 

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En el mismo comunicado del Ministerio se dice que el capítulo:

“(…) contiene una escena de abuso y sometimiento por parte de un varón adulto mayor hacia una adolescente que resulta sumamente inconveniente en relación con la problemática del abuso sexual en la niñez y adolescencia (…)”

La emisora Cartoon Network Latinoamérica se ha comprometido a revisar todo “Dragon Ball” para editar las escenas que lleguen a herir susceptibilidades.

En las redes sociales, el escenario quedó dividido, con usuarios a favor y en contra de esta situación.

Dragon Ball y la cancelación: 

Una opinión compartida entre la mayoría de los usuarios estaba referida a que suceden cosas peores, en las que el Ministerio de la Mujer debería actuar y comprometerse, como lo que ocurre a diario: mujeres golpeadas a las que no se les toman las denuncias, o peor, se les ríen en la cara, por ejemplo. 

Esta situación, la de no normalizar hechos relacionados a  abusos sexuales, es totalmente entendible. Las vicisitudes de este estilo DEBEN ser tratadas por los organismos pertinentes y trabajarse con el acompañamiento de profesionales capacitados, con el fin de resolverse y tratarse con la seriedad que requieren. Eso es algo que se encuentra fuera de discusión. 

Lo que está en debate aquí, gente, es el “por qué”, cosa que no será una defensa a lo que está fuera de lugar.

Hecha la denuncia ante la Defensoría del Público de la Nación, se pusieron varias cartas sobre la mesa:

En primera instancia,  si se revisa este animé puntualmente, deberían revisarse muchas otras animaciones o series, y medir a todo con la misma vara. Además, cabe decir que hubo otros animé que dejaron de emitirse en Argentina y/o Latinoamérica a lo largo del tiempo, con lo cual no es la primera vez que se da una situación similar.

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Aunque el punto, tal vez, no sea otro que: no mirar con ojos actuales a cosas que en su momento estaban, digamos, permitidas. De todos modos, lo planteado no quiere decir que no se deba pensar a lo que se expusieron las infancias de los 90 por ejemplo, sino todo lo contrario: es algo muy positivo señalar lo que está mal.

Llegando a una crítica consciente y constructiva del tipo de contenidos que se consumían se logrará avanzar como sociedad y dar paso a algo que enriquezca.  

Luego se puede hablar de un señalamiento casi “porque sí”, más allá del gusto o no-gusto por las animaciones japonesas. En este sentido podría caber la pregunta: ¿por qué no hay una “prohibición” a las películas del aclamado Woody Allen?, por dar un ejemplo tal vez más concreto. Esta observación fue hecha con el simple objeto de nombrar alguna otra cosa que bien podría estar en cierto sentido prohibida en el país, siguiendo con la lógica que ha utilizado el Ministerio de la Mujer.  

Si bien es inevitable utilizar las perspectivas actuales para ver el mundo, se debe comprender que si en determinado momento no se juzgó algo, no debería hacerse ahora que el paradigma es otro casi al 100%. Tampoco es alternativa o vía posible implementar la cancelación de un modo selectivo y utilizando una vara para medir esto y otra para medir aquello. 

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La misma situación se podría llevar a muchos otros -miles- de escenarios en los cuales se tildó de una cosa u otra a una persona por un comentario que hizo hace años.

Y no ha sido a modo de defensa la oración, sino una mera observación, porque algunos comentarios fueron hechos desde la ignorancia, el desconocimiento o un cierto pensamiento, y al pasar el tiempo, la misma persona se ha dado cuenta que sus dichos estaban errados.

Es algo que pasa más de lo que se puede creer, le sucede a tu mama, inclusive a vos.

Hay una lectura que puede darse al ver este episodio, ya que hay padres y madres que realizaron varias denuncias al observar situaciones de violencia simbólica en Dragon Ball: el hecho de involucrarse, y estar al pendiente de lo que ven sus hijos e hijas.

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Instalar en la mesa familiar el debate, para que estas situaciones no se perpetúen, haciendo lugar a la reflexión y sin utilizar el “no ves X cosa porque yo te digo que no mires”.  Al contrario de otras personas que quizás son más cerradas y simplemente eliminan de su vida lo que no les guste, sin dar paso a un razonamiento del por qué.  

Y una última lectura, más política quizás, y volviendo a las quejas realizadas por varios usuarios de redes sociales:

  • siguen desapareciendo pibas para la trata.
  • matan a una mujer cada 36 horas.
  • si va una mujer golpeada a hacer la denuncia la policía no la toma.
  • las disidencias continúan siendo marginadas y violentadas.

Y ante todo lo expuesto, al Ministerio de la Mujer se le ocurre exhibir a una tira de animación, es decir, quienes se supone cuidan al pueblo no estarían cumpliendo el rol que debieran.

El hecho de mandar a chequear una serie por contenido “delicado” no es atentar contra la libertad de expresión (como han dicho varios medios de derecha), sino un intento, quizás, inútil, de cuidar los contenidos disponibles en canales infantiles y las situaciones a las que -en consecuencia- quedarían expuestas las infancias. 

Apuntar con el dedo y decir “esto no”, no es el camino, pero tampoco lo es el extremismo de un “no me van a dejar ver lo que quiero”. 

 

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