Dos décadas del último Estado de sitio en primera persona: María del Carmen Verdú
Pareciera que se hace bastante presente aquella acalorada semana de diciembre del 2001. En circunstancias donde el Estado, lejos de hacer justicia, garantiza la violencia y les confiere a las fuerzas represivas potestad para accionar impunemente, donde la memoria parece no tener lugar, es inminente la necesidad de revisar los lugares del camino sobre el que hemos transitado, para llegar al espacio donde estamos hoy. Tiene la palabra una voz autorizada de la lucha contra la represión, el gatillo fácil y los derechos humanos: María del Carmen Verdú
María del Carmen Verdú, una vida de activismo anti-represivo
María del Carmen es militante y abogada de CORREPI y Abriendo Caminos, una activista anti-represiva con una fortaleza incuestionable. Ella tiene 63 años y pone el cuerpo en la calle hace 35, más de la mitad de su vida fue dedicada a hacer frente a las violencias practicadas por las fuerzas armadas. En estas turbulentas fechas, se toma un tiempo para contarnos a Rock y Arte, como se vivenciaron esas intensas horas del 19 y 20 de diciembre de hace 20 años atrás.
PH: Colectivo Manifiesto
RyA: -¿Qué es lo primero que recordás a partir de que se decreta el Estado de sitio?
María del Carmen Verdú: -Me acuerdo absolutamente todo, minuto a minuto. Fue una semana muy compleja. Nosotros el 14 de diciembre habíamos hecho el acto en Plaza de Mayo de presentación del informe anual y archivo de casos, y ya durante el acto nos estaban llegando mensajes, que leí en el micrófono, anunciando que habían comenzado los saqueos en Rosario, en Mar del Plata y en Neuquén, y que ya había habido situaciones con las fuerzas de seguridad en esas ciudades.
Los días siguientes fueron permanentes noticias de cómo, a medida que se iba acercando el fin de año, comenzaban las movilizaciones hacia supermercados. Nosotros habíamos estado prácticamente toda la semana corriendo de un lado a otro, asistiendo situaciones en las que había amenazas de detención, o directamente detenciones, por los pedidos de comidas de las organizaciones y de los vecinos de los barrios.
Lo que recuerdo a partir de que se decreta el Estado de sitio es que, los que teníamos auto, nos organizamos para hacer una recorrida por distintos barrios de la ciudad donde sabíamos que había movilizaciones de vecinas y vecinos por el tema de los alimentos. A mi me toco ir al Carrefour de Paseo Alcorta donde se había movilizado la gente de la Villa 31.
Internamente hicimos un chequeo de dónde estaban cada compañero y compañera de CORREPI con una reactualización de las medidas de seguridad necesarias, porque a partir del decreto del Estado de sitio si caías en cana quedabas a disposición del Poder Ejecutivo Nacional sin posibilidad de intervención judicial.
A la noche, cuando empezaron los cacerolazos y las columnas de gente, que por todas las avenidas empezaban a ir para el centro, cada compañero y compañera se acercó a donde se juntaba la gente de su zona para intentar llegar a Plaza de Mayo y Congreso. No hubo una convocatoria nuestra centralizada.
Salvo quienes estuvieron en Congreso, que, por supuesto, informaron inmediatamente cuando fue la represión más fuerte a la noche e hirieron a Demetrio Cárdenas, quedamos a la expectativa. Fue una situación sumamente contradictoria, se había decretado el Estado de sitio, pero tenías la ciudad llena de movilizaciones por donde se mirara.
La madrugada del 20 empezamos a repartirnos zonas y tareas para cubrir todo lo que pudiéramos. Al existir la complicación de no tener forma de comunicarnos cuando estábamos en la calle, usábamos bases en el centro, por ejemplo, yo tenía mi estudio en Corrientes y Talcahuano (cuadra y media del obelisco), y mi oficina se usaba como base para cargar los teléfonos; hacer llamadas del teléfono de línea; usar el fax; ir al baño; lavarse la cara de los restos de gas lacrimógeno y todo ese tipo de cosas. A mi me tocó quedarme en esa zona para poder abrir y asistir a la gente que tenía que ingresar.
Durante las primeras horas de la tarde, ya estaba dada la orden del Poder Ejecutivo de evitar a toda costa el ingreso de gente a la Plaza de Mayo, porque claro con la plaza llena de gente no iban a poder negociar su manotazo de ahogado, el gobierno de coalición con el PJ. Nosotros nos enteramos más tarde con la causa penal acerca de esta orden.
Es muy confuso cómo fue pasando cada cosa. Recuerdo que compañeros y compañeras de Zona Sur habían llegado a Congreso por la mañana temprano, e intentaban acceder a la plaza por Avenida de Mayo. En un momento recuerdo que fui hasta Avenida de Mayo y 9 de Julio para avisarles que con el otro grupo estábamos en el obelisco y ahí me enteré que el grupo de compañeros y compañeras de Zona Oeste estaba por la columna que buscaba ingresar por Diagonal Sur, pero yo no llegué hasta ahí.
Después volví, me quedé en la zona del obelisco y, en determinado momento (promediando las 3 o 4 de la tarde), cuando habíamos llegado casi dos cuadras por diagonal hacia adentro había una carga fenomenal de gases y descargas de las escopetas, por lo que retornamos a la plaza de la republica. Yo me senté en los bordes de cemento que tenía a su alrededor el obelisco, y primero escuchamos un estruendo muy fuerte, vimos una enorme nube negra y a continuación, otro estruendo de sonido diferentes.
Después supimos que el primer estruendo fueron bombas de humo y gases lacrimógenos y el segundo fue la descarga cerrada de las escopetas del grupo de Ernesto Sergio Weber -en ese momento sub-comisario- contra la columna que había pegado un avance fuerte hacia Plaza de Mayo. Segundos después, llegó un compañero de Hijos Oeste, que estaba con su grupo de motoqueros, y me dijo: “negra, negra, hay por lo menos 3 heridos graves, no sé si no están muertos, sobre Avenida de Mayo”. Lo que no sabíamos en ese momento era que uno de ellos era nuestro compañero Petete.
A partir de ahí me llegó el aviso de que se estaba armando una reunión de emergencia de todos los organismos y organizaciones anti-represivas en la sede de Amnistía Internacional para poder empezar a hacer nuestra tarea específica, entonces agarré el auto y me fui para allá. Estaban todos, todos los organismos y organizaciones, intercambiamos la información que cada cual había recolectado durante el día, e hicimos una lista de tareas: recorrer hospitales, comisarias, elaborar listas de detenidos, ir al juzgado, empezar a preparar los habeas corpus para las personas detenidas.
Pusimos como punto de encuentro, para cuando hubiésemos terminado de dar la recorrida, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre en Corrientes y Callao, porque ahí tenían todas las computadoras que podíamos usar para trabajar. Allí hicimos los 212 habeas corpus.
A medida que la cosa fue aflojando empezaron a caminar los habeas corpus, la gente empezó a salir. Para las 9 o 10 de la noche habían salido muchísimas personas, en ese punto los habeas funcionaron muy rápido, y me acuerdo que la gente se empezó a ir de la liga hasta que quedamos los últimos 3: Cachito Fukman, Adriana Calvo de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (hoy ambos fallecidos) y yo. Cerca de las 2.30 de la mañana, pudimos chequear la soltura de la última persona que quedaba, tildamos el 212 y nos dijimos “vamos”, y fuimos a mi auto.
Cuando nos acercábamos todavía había fueguitos en las esquinas, era un escenario dantesco. Enseguida notamos que, por la vereda de enfrente, nos seguían 3 tipos, yo los reconocí al toque porque siempre estaba en ese barrio, eran la brigada de la Comisaria tercera.
Le dije a Cachito quienes eran y ya tan hinchados las pelotas que estábamos después de 48 horas sin dormir, se acercó al medio de la calle y le gritó “sí, somos nosotros, ya nos vamos a dormir, déjense de joder” o algo por el estilo, y ahí nos subimos al auto y nos fuimos.
Una vez que los dejé a ambos en sus casas, llegué a la mía. Tenía el contestador al rojo vivo de mensajes, el tercero o cuarto era de un compañero mío que me hablaba desde un teléfono público del Hospital Argerich diciéndome “negra, uno de los muertos que te dije es Petete”.
Lo único que hice fue pegarme una ducha y volver a salir para encontrarme con Marta, la mamá de Petete, e ir a la morgue. Ese fin de semana fue hacer todos los trámites para la entrega del cuerpo y demás, y el domingo hicimos el velatorio con un cortejo impresionante desde Escalada hasta Lanús, y ese lunes ya nos presentamos en la causa.
RyA: -Sos una mujer que pone muchísimo el cuerpo en la calle, ¿considerás que podés comparar los sucesos de diciembre del 2001 con alguna otra situación que vos hayas vivenciado en la calle?
María del Carmen Verdú: y… puente de Corrientes el 17 de diciembre de 1999, puente Pueyrredón el 26 de junio del 2002, estos últimos 6 días en Chubut… No estuve, pero es como si hubiera estado, y bueno en el medio TODO lo que se te ocurra, que sé yo, las represiones en Brukman y Zanon.
Equivalentes en ferocidad y en decisión de disparar, el puente General Belgrano de Corrientes el 20 de diciembre y el puente Pueyrredón de Avellaneda. Tienen una estructura muy similar en el operativo que se montó, en la forma de desplazamiento de las fuerzas federales, en el armamento que se utilizó y en la táctica, es MUY similar incluso analizado desde el punto de vista de la táctica militar del despliegue.
(Link de nota escrita en CORREPI a la que hace referencia María del Carmen Verdú)
RyA: -¿Qué incidencia considerás que tienen los sucesos de diciembre del 2001 en el manejo que tienen las fuerzas hoy por hoy?
María del Carmen Verdú: Así como hay un aprendizaje del lado popular, obviamente ellos también aprenden. Basta con ver estos tres hechos centrales que te comenté. Si vos lo comparás con los grandes operativos represivos de la última década y, en particular, con los operativos conjuntos de fuerzas locales y fuerzas federales, es como que han avanzado mucho en aplicar tácticas novedosas de control de territorio.
Lo vimos ya en el Indoamericano en el 2010, donde era policía metropolitana, policía federal y gendarmería, lo vimos en Guernica el año pasado, lo vimos en el 14 de diciembre y el 18 de diciembre de 2017 en el operativo conjunto de fuerzas federales y policía de la ciudad, en la represión a las movilizaciones contra la reforma previsional.
Cada una de las dos fuerzas que aportan su gente, la metropolitana por un lado y la federal por el otro, aportó a la policía de la ciudad (que le pasa el trapo en materia de represión de movilizaciones a cualquier otra fuerza del país) su propio expertise.
La policía de la federal trae a la de la ciudad el manejo del patrullaje urbano porque es lo que mejor hicieron y saben hacer. La policía metropolitana recibió una preparación de despliegue rápido, muy preparada, con un criterio casi militar y le puso mucho énfasis al manejo de las movilizaciones.
En el juicio que tuvimos contra un policía metropolitano, el oficial Pereira de la Rosa, por la represión en la Sala Alberdi el 13 de marzo del 2013 donde dispararon con balas de plomo contra trabajadores de prensa, hicimos todo un compilado con el material recopilado de toda la policía barriendo gente. Vimos cómo funcionaban por un lado, las brigadas de rápida intervención compuestas por 7 tipos que iban en una fila con los escudos tipo robocop, 2 que iban con las escopetas entre los escudos de adelante, atrás el aprovisionador y uno que iba suelto que era el oficial que daba las órdenes; por el otro lado, los que iban por los costados que iban haciendo el despeje de los entre comillas revoltosos.
Era un funcionamiento de relojito, no te voy a decir suizo porque era más bien alemán. Ese accionar AHORA lo incorporó la policía de la ciudad, eso lo hemos notado muchísimo, sin hablar de la superación absoluta en materia de armamento.
RyA: -¿Cómo hacés para no bajar los brazos en la lucha a pesar de que el panorama suele ser desalentador?
María del Carmen Verdú: Milito en una organización.
Cuando vos hacés las cosas por la propia te agarra el bajón o te agarra la euforia en forma individual, cuando vos sos parte de un colectivo te puede agarrar el bajón, pero estás rodeada de 30 personas más que están pum para arriba y te sostienen hasta que estés en condiciones de retomar.
Además, esto no pasa por cuestiones emocionales o individuales. Imagínate, militar en CORREPI es militar en el lado oscuro de la luna, nadie se nos acerca porque está fenómeno en la vida, sino porque le mataron un pibe por gatillo fácil, porque torturaron a alguien en una comisaria hasta la muerte, porque mataron a alguien en alguna represión, porque los cagaron a palos, por todo lo que ya sabemos.
Teníamos un compañero, ya fallecido hace muchos años, que decía “CORREPI es un parto en una funeraria”, porque al mismo tiempo también nos proponemos militar con alegría. Si militar es una tortura, mejor quedate en tu casa, el que está acá por obligación, el que siente que es una presión… a ese yo no lo quiero militando conmigo.
Lo que no quita por supuesto que sientas todo el odio, toda la bronca, toda la angustia, porque no hay que olvidarse un detalle: nosotros militamos codo a codo con compañeros familiares.
Quienes a nosotros nos han enseñado que, a pesar de todo, tenés que militar con alegría, son ellos, que son los primeros en prenderse en armar una peña, en decir después del acto de ir al local a tomar una birra y comer unos patys, es la única forma que tenés… sino terminás siendo una lágrima, y para eso vamos a la iglesia a llorar.
Mi soporte y mi sostén es la organización, sobre todo por las características que tiene CORREPI donde por un lado se genera un vínculo muy fluido y muy de hermandad con los compañeros y compañeras familiares y donde constantemente se incorporan pibes jóvenes, yo a esta altura del partido milito con gente con edad para ser mis nietos.
María del Carmen Verdú
Y por el otro lado, en CORREPI, a diferencia de lo que suele ser la máquina de picar carne de las organizaciones de la izquierda vernácula, priorizamos el cuidado de nuestros compañeros y compañeras.
Lo primero que aclaramos cuando alguien se acerca es que esa persona es quien debe definir cuánto tiempo tiene disponible para dedicarle a esto. Es más, cuando muchas veces vemos que alguien está quemándose es la propia organización la que lo detecta y trata de darle espacio.
Todo esto es porque nosotros somos nuestra militancia, no tenemos ningún otro tipo de capital ni de soporte, si no nos vamos a cuidar entre nosotros, estamos al horno.
Por último, recordamos a las víctimas fallecidas producto de los sucesos del 19 y 20 de diciembre del 2001 en todo el país:
Diego Ávila, 24 años
Victor Ariel Enríquez, 21 años
Roberto Agustín Gramajo, 19 años
Julio Hernan Flores, 15 años
Pablo Marcelo Guías , 23 años
Cristian E. Legembre, 20 años
Damián Vicente Ramírez, 14 años
Ariel Maximiliano Salas, 30 años
Mariela Rosales, 28 años
Jose Vega, 19 años
Carlos Manuel Spinelli, 25 años
Ricardo Álvarez Villalba, 23 años
Ricardo Villalba, 16 años
Walter Campos, 17 años
Juan Delgado, 28 años
Yanina García, 18 años
Claudio “Pocho” Lepratti, 35 años
Ruben Pereyra, 20 años
Sandra Ríos.
Miguel Pacini, 35 años
Graciela Acosta, 35 años
Carlos “Petete” Almirón, 24 años
Gustavo Ariel Benedetto, 30 años
Diego Lamagna, 26 años
Alberto árquez, 57 años
Gastón Marcelo Riva, 30 años
Rubén Aredes, 24 años
Jorge Cárdenas, 52 años
Romina Iturain, 15 años
Rosa Eloísa Paniagua, 13 años
José Daniel Rodríguez.
Sergio Miguel Ferrerira, 20 años
David Ernesto Moreno, 13 años
Sergio Pedernera, 16 años
Luis Alberto Fernández, 27 años
Ramón Alberto Arapi, 22 años
Juan Alberto Torres, 21 años
Elvira Avaca, 46 años