A lo largo de la historia, el pueblo kurdo ha atravesado una serie de cambios en la región ligados a lo social, político, económico y religioso. A pesar de los avances colonialistas y de los fundamentalistas del ISIS, el pueblo kurdo, y en especial, las mujeres kurdas, han tenido un rol protagónico en la lucha y resistencia en contra de la opresión y el colonialismo que intenta borrar todo rastro de la existencia de Kurdistán.
Kurdistán, un pueblo sin tierras
Históricamente, el pueblo kurdo se ha concentrado principalmente en la conocida región de Anatolia, una región dominada por los pueblos indoeuropeos y descendientes de los medos, entre los montes Zagros, Taurus y Elburz.
Dada su constitución y ubicación podría definirse al pueblo kurdo como uno de los más antiguos. Una de las características más resonantes de la comunidad kurda es la altísima homogeneidad en cuanto a lengua, religión y cultura.
El líder y teoricista del Partido de los Trabajadores Kurdos conocido como PKK, Abdullah Öcalan, remarca que el papel de las mujeres jurdas dentro de la comunidad siempre fue relevante tanto para las actividades agrícolas como para la religión zoroastriana. Sin embargo, con la irrupción del Imperio Otomano y la división de Kurdistán, la comunidad se vio forzada a distribuirse entre Turquía, Irán, Irak y Siria.
Estos cuatro Estados-Nación hicieron uso de su dominación para aprovecharse de los recursos naturales y bienes comunes de una zona rica en petróleo, gas y agua. Estableciendo así una nueva forma de colonialismo salvaje y depredador en pleno siglo XXI.
Frente al saqueo, la depredación y la fragmentación puesta en marcha por las potencias colonizadoras, comenzó a organizarse una contraofensiva de los kurdos para enfrentar la opresión en defensa de sus derechos, de su identidad, del reconomiento de Kurdistán como un Estado-Nación y por su emancipación. Y es en este punto donde las mujeres kurdas tienen un rol vital dentro de la resistencia teniendo en cuenta que ocupan todos los frentes: en lo social, lo político y lo militar.
La fragmentación dio origen a un plan sistemático de represión y opresión hacia la comunidad kurda que, en ocasiones, se vio obligada a negar sus orígenes con el fin de evitar amparos institucionales. Esta situación desencadenó un proceso de fusión y asimilación de costumbres ajenas propias de los estados gobernantes a los que fueron perteneciendo. Sin embargo, su entereza hizo emerger desde las entrañas, una resistencia suficiente para reclamar lo propio, para luchar por sus derechos, para defender y reapropiarse de su cultura.
Migración y sometimiento son los términos que definen la existencia de la comunidad kurda.
En un mundo habitado por opresores y oprimidos, entre los primeros, podemos mencionar al Estado turco, al cual se fue integrando, obligadamente, la mayor parte de la comunidad kurda que, a su vez, es víctima del control que ejerce el Estado dictatorial de Erdogan que descarga de forma sistemática, su violencia sobre los oriundos de kurdistán.
Un documental sobre Kurdistan
A continuación, en Rock & Arte nos pareció interesante recomendar el documental «Bakur: inside the PKK» que se enfoca en retratar la vida y la lucha de los militantes kurdos y se adentra en algunas de las historias de los luchadores que dejan su vida en las trincheras mientras combaten la opresión y resisten a la «limpieza» étnica perpetrada por el ISIS, el Estado turco, Irán, Irak y Siria.
El documental, dirigido por Çayan Demirel and Ertugrul Mavioglu, hace un recorrido por la historia del PKK, el Partido de los Trabajadores de Kurdistán, e invita a la audiencia a reflexionar sobre la lucha del pueblo kurdo, haciendo hincapié en la organización de mujeres kurdas en el seno del partido y la perspectiva feminista aplicada en torno a la emancipación, liberación y reconocimiento de los derechos del pueblo kurdo.
A lo largo del documental, nos encontramos con una serie de reflexiones y entrevistas con los activistas del PKK que repasan sus historias personales, su vida como militantes en el PKK y los motivos por los cuales se unieron a la lucha armada. Al mismo tiempo, la audiencia puede presenciar un homenaje a los caídos en combate y las celebraciones de sus triunfos.
La historia de las mujeres kurdas levantadas en armas es la historia viva, en carne y hueso, de la opresión ejercida por el colonialismo salvaje.
